Joven de 20 años supera su adicción en Centro de Adicción de Sevilla

Encontrarse inmerso en una adicción es una situación difícil, pero lo es más aún enfrentarse a ella.

En Centro Adicciones Sevilla sabemos muy bien las consecuencias de la adicción y lo complicado que resulta dar ese gran paso para cambiar y plantarle cara.

El consumo de sustancias comunes como el alcohol, tabaco, cocaína o adicciones de otra índole como pueden ser las apuestas por internet o redes sociales.

A continuación, queremos exponer el caso de Miguel de 20 años, que comenzó desde muy joven con una adicción a múltiples tóxicos entre los que se encontraban el alcohol, el cannabis, las benzodiacepinas y la cocaína.

Al igual que a muchas otras personas, él no vio venir que el consumo que estaba realizando de esas sustancias iba a desembocar en un problema más grave que le afectaría de aquí en adelante, una adicción terrible.

Miguel confiesa que lo hacía como hábito social, durante los fines de semana junto con sus amistades. Esta costumbre le llevó a consumir porros, benzodiazepinas, cocaína y otro tipo de sustancias sintéticas mezcladas con alcohol, un coctel peligroso con el que podría haber pagado con su propia vida.

«Al principio mi familia no se daba cuenta porque consumía fuera de casa, pero con el paso de los meses mi conducta empezó a cambiar, no estaba centrado y cada vez me veían más cerrado en mí mismo. Luego vinieron las peleas, me mandaron al psicólogo… Era muy complicado.«

Lo que ocurre con las drogas es que están tan a mano y es tan sencillo conseguirlas que se convierten en un problema sin darte cuenta,» confiesa Miguel.

Su adicción comenzó a ir más allá, y cuando sus padres no podían hacer frente a sus gastos «comencé a vender para poder consumir, te vuelves capaz de cualquier cosa para conseguir tus dosis».

Antes de su ingreso en nuestro centro de adicciones de Sevilla, Miguel ingería a diario gran cantidad de las sustancias nombradas anteriormente. «Perfectamente podía dejarme 500 euros en dos días», reconoce.

 

El momento más oscuro

Cuando cumplió los 19, Miguel vivía entonces con su madre, mientras que su padre, pasaba largas temporadas fuera de casa. Su hermana también pasaba tiempo fuera de casa porque se encontraba estudiando fuera de la ciudad y fue entonces como perdió el contacto con ella. Se vio envuelto en una vorágine de desfase de la que no podía salir. Esta situación desencadenó en un alejamiento de sus amigos de siempre «Dejas de lado la gente buena, a la que quiere ayudarte, y te juntas con los que siguen tu ritmo».

Sus tres amigos de siempre solían consumir de manera esporádica, le decían que se le estaba yendo de las manos pero él no les hacía caso. «No me gustaba que me dijeran lo que tenía que hacer, así que fui rompiendo la relación y me aproximé a personas muy tóxicas, muy chungas», se lamenta.

Despues de acabar con gran esfuerzo el bachillerato, comenzó una formación profesional de Imagen y Sonido, la cual no terminó porque «Yo solo quería estar drogado. Nunca fui violento, pero hacía lo que fuera falta para que no me faltara la coca y las otras sustancias.»

«La Policía me pilló vendiendo y me detuvieron. Me concedieron la libertad vigilada y tuve que realizar trabajos comunitarios. Aun así, yo no paraba. No era consciente de lo que me estaba haciendo a mí mismo ni a mi familia. Ellos pensaban que solo consumía marihuana, no querían saber la verdad porque era demasiado dolorosa. Ahora sé que los destrocé.

adicciones adolescentes

Aún recuerda con tristeza cómo les robaba para costearse su adicción: «Una vez les quité la hucha en la que guardaban todos los ahorros de navidad, aún no me lo he perdonado».

En junio de 2019 durante la noche de San Juan, fue donde se dio cuenta de su adicción: «No quería salir, solo drogarme y dormir. Me despertaba únicamente para fumarme un porro o meterme una raya y me volvía a dormir. Ese era mi día, dormir y drogarme. No tenía ilusión de vivir. Aquella noche sus amigos le insistieron en salir de fiesta, “yo no quería, prefería quedarme en casa, pero me convencieron. Y todo se complicó, nos metimos en peleas y me puse hasta arriba. Al día siguiente me sentía fatal, destrozado física y mentalmente. Sabía que necesitaba ayuda, pero me daba vergüenza pedirla, decir a mis seres queridos que era un drogadicto y que les necesitaba para salir de esta”..

En varias ocasiones tuvo la idea de querer salir de esta situación, y el año antes de ingresar al centro quería dar el cambio, pero su problema era que no sabía como hacerlo. Fueron momentos muy complicados para él, pero aún lo fue más cuanto tuvo que pedir ayuda de verdad: «Implicaba enfrentarme conmigo mismo y tuve mucho miedo de no saber llevarlo, no verte capaz, miedo a lo desconocido, pero al final llamé a mi tío y le dije que estaba muy cansado de la situación«. Su tío, con quien siempre había mantenido muy buena relación le dio los motivos para cambiar el rumbo de su vida, que era muy joven para echar por tierra todo lo que le quedaba por vivir: «Él me aconsejó de buenas maneras explicándome todo con razones de peso, el hecho de ingresar en un centro y empezar de cero». Esta conversación fue el punto de inflexión que le llevó a tomar la importante decisión de ingresar en un centro de rehabilitación de adicciones. “Al parecer, tuve un momento de lucidez y le hice caso, llegué a casa y les pedí a mis padres: «Os necesito, por favor, ingresadme en un centro de desintoxicación. Mi madre, que había caído en una depresión por mi culpa, se puso a llorar. Me abrazo y enseguida empezamos a buscar centros”. Fueron sus padres los que rápidamente comenzaron a buscar por Internet centros de desintoxicación, “yo me quedaba encerrado en la habitación, pensando, no sabía si hacía lo correcto”. Gracias a ello, hoy puede contar cómo se ha recuperado y todo lo que ha aprendido durante el proceso.

Una nueva vida sin adicciones

La adaptación a una nueva vida sin consumo, con un ambiente totalmente diferente y separado de los suyos se convirtió en una prueba de fuego que debió de superar con mucho esfuerzo y sacrificio: » Para mí la primera noche fue la más complicada, me costaba hacerme a la idea de dónde estaba, lejos de la familia y de mi zona de confort. Casi no hablaba con nadie».

Durante este proceso tuvo varias crisis nerviosas » La abstinencia física la pasé con fuertes ataques de pánico, insomnio, poca hambre y mucha ansiedad», pero reconoce que es algo que debía de pasar y que su cuerpo empezó a agradecer los nuevos y buenos hábitos que estaba adquiriendo.

Es entonces donde se da cuenta que en los peores momentos es donde también aprendió mas, no solo a conocerse a sí mismo, sino también a agradecer la ayuda que le estaban prestando, tanto a él como a los demás desde el centro.

«Me cogieron con muchísimo cariño, no tengo palabras para describir el trato tan humano y tan cercano con el que me recibieron mis compañeros y el equipo terapéutico en el Centro de Adicción Sevilla (CAS). Me dieron el espacio que necesitaba, me apoyaron con un amor incondicional sin importar de dónde venía o quien era. Todos estábamos allí por el mismo problema y con un mismo objetivo y al 100% para ayudarnos los unos a los otros, escucharnos y aprender. Todos a una», comenta.

De manera paralela a su recuperación regresó su acercamiento con la familia y a sus amigos de toda la vida. “Les debo todo a ellos y a los profesionales que me han ayudado en este tiempo. A todos los que se encuentren en mi situación les quiero decir que se puede salir, que se dejen echar una mano por la gente que los quiere

De su experiencia en nuestro centro ha sacado muchas lecciones, pero la fundamental y de la que habla lleno de orgullo la resume bien en una frase: «He aprendido a vivir». Ha recuperado valores y principios, a sentir emociones y sentimientos sin necesidad de consumir, descubierto cosas que le dan satisfacción real, natural y ha aprendido a pasarlo bien y mal, pero sobre todo a afrontar las cosas cuando no son como uno quiere.

Ahora debe afrontar un nuevo periodo donde debe volver a integrarse en la sociedad y abandonar la protección del centro, que posiblemente lo lleve a un reencuentro con sus viejos hábitos. «Hay que estar muy alerta y no bajar la guardia. Esto ya es de por vida», admite Miguel, que reconoce que esta fase es muy difícil, pero para la que lleva mucho tiempo preparándose.

«Ahora que ya está todo bien atado, queda seguir las pautas de protección, toca seguir los estudios, seguir con el deporte, seguir con las terapias ambulatorias, seguir estrechando los lazos con la familia y no olvidar nunca de donde vengo»

Miguel, que abandonó recientemente el centro de rehabilitación de Sevilla, ha vuelto a matricularse en el ciclo de Imagen y Sonido que dejó pendiente, “me gustaría ser productor musical”, desvela. Ha decidido quedarse a vivir en Sevilla, en un piso compartido con otros dos compañeros de rehabilitación que han pasado por la misma situación que él. “Vivimos al lado de la residencia, siempre la tenemos ahí por si necesitamos algo de ellos. Sigo con mis controles periódicos y todo empieza a irme bien. Eso sí, soy consciente de que mi lucha seguirá siendo diaria ya que el diablo sigue muy metido en mi corazón. A pesar de ello, la esperanza nunca hay que perderla” cuenta el joven.

Después de su paso por el centro, Miguel pretende romper con los tabús y prejuicios que giran en torno a los adictos. Visibilizar que se puede salir es importante para que otros que se encuentren en la misma situación den el paso.

Y para aquellos que son los mismos que rechazan la ayuda y que no tienen voluntad en curarse como en un momento en que le llegó a pasar a él mismo, Miguel tiene un mensaje: «Yo sólo les haría una pregunta, la cuál solo su conciencia puede respondérsela. ¿Estáis viviendo o estáis muriendo en vida?».

El equipo humano de nuestro centro tiene un gran cariño a Miguel y estamos muy orgullosos de su recuperación. No hay que sentirse avergonzado por reconocer un problema de este tipo, las adicciones son una enfermedad y hay que tratarlas como tal. Si tienes un problema con las adicciones o sabes de algún familiar o amigo/a que necesite ayuda contacta con nosotros, estaremos encantados de ayudarte llamando al 955 692 436664 672 914 o rellena nuestro formulario de contacto.