Ser terapeuta de adicciones

Trabajar en el tratamiento de las adicciones implica, de manera ineludible, intervenir.

Intervenir en el sentido de cruzarse en el camino, de hacer de corte, de tocar eso que hace que el adicto cambie su dirección y caiga del lado de la rehabilitación, pero implica también intervenir, como no podía ser de otra manera, con la familia y en la familia.

Ser terapeuta en adicciones es ponerse en medio de todos y redirigir a cada miembro del núcleo familiar hacia una nueva posición que permita que el adicto recorra su propio camino hacia la rehabilitación.

Esto no es gratuito para el terapeuta (y no hablo en el sentido económico), no lo es en el sentido de que le exige ser capaz de sostener (S.O.S tener) esa posición de corte y de dirección de la cura (si podemos hablar de cura en adicciones…) durante todo el proceso, con lo que ello conlleva.

Ello con-lleva soportar las presiones, los enfados, las amenazas en algunos casos, los berrinches y todas las situaciones conflictivas que surgen de la resistencia de los implicados (adicto y familia) a los cambios que han de-venir promovidos desde esa posición que ocupa el profesional.

No está tan claro, en muchos casos, que el adicto o algunos de sus familiares quieran realmente un cambio. A veces quieren una parada en el consumo y ya, sin saber que eso solamente es inútil (si el cambio es solo detener el consumo volverán los consumos).

El terapeuta ha de saber que tiene que intervenir para que inter-venga (que entre todos venga) el cambio. Sostener la presión, la angustia, la culpa y la ansiedad de uno mismo ante las situaciones que se dan en el día a día en esa posición es trabajo del terapeuta, que ha de conocerse bien y ser capaz de soportar todo eso para que la intervención, y en consecuencia la ayuda, sea posible.

Fran J. Ruiz Terapeuta Experto en Intervención en Adicciones.